19/10/15

El té de la reflexión.

Como algunos sabréis estoy constántemente rodeada de niños. Esto me permite ver (a parte de comparar con lo que he estudiado) las diferencias entre estudios y realidad, verme reflejada en sus rabietas, acordarme de anécdotas, entenderles, ya que debido a mi edad recuerdo como me sentía de pequeña pero también sé cómo actúan los adultos ya que supuestamente lo soy, divertirme jugando con ellos, jugar con la lógica, y sobre todo, hablar y hablar y hablar.

De todo eso, voy a remarcar el hecho de platicar. Es muy importante para un niño expresarse, verbalmente o físicamente. Dejar que todo lo que fluye dentro de él salga fuera, pero... ¿Qué hacemos nosotros? Estar con el móvil.

Eso es así. Soy la primera que piensa que aguantar a un niño 24 horas es agotador, sobre todo mentalmente. Pero, al igual que a nosotros nos molesta quedar con alguien o estar con alguien y que esa persona esté tooooooodo el rato pendiente del móvil y prestándote atención a ratos o respondiéndote con monosílabos, a un niño también.

Un niño tiene alegría por enseñarte lo que hace, por contarte qué ha hecho, por hacerte ver qué mayor es y cuánto a aprendido ya. Si tu en ese momento no le haces caso, le estás enseñando a que todo lo que le digan los demás no tiene relevancia, que lo importante es estar enchufado a una maquinita olvidándote del resto. No digo ni mucho menos que paséis 24 horas pegado a vuestro hijo, pero que creeis momentos "sin tecnología", momentos de hablar, momentos de ir al parque y mirarle (a parte de vigilarle). No castigarle por estar jugando a la consola o a la tablet mucho tiempo cuando tú no das el ejemplo precisamente ya que vas hasta al baño con el móvil. Niños, adultos, ancianos, todos necesitamos momentos de atención diariamente. Todos somos humanos y todos hemos sido niños.


La tecnología está muy bien, pero hay que saber cuando usarla.

Demostremos el amor a aquellos que de verdad queremos, siempre se está a tiempo.