He puesto un pie en el suelo y los recuerdos fríos de tus abrazos han vuelto a mis sentidos.
Todavía me acuerdo de cómo nos hicimos el daño; desde el primer instante en que las miradas se cruzaron en el cielo hasta el fin del universo. El infinito contigo jamás existió.
Ahí, donde terminan tus palabras, empieza el dolor fingido.
A pesar de todo, no te importó abrir las cicatrices. Eras un enamorado del dolor ajeno, de la tragedia, de las máscaras.
Cuando te solté la mano y nos miramos por última vez lo supe: el destino nos cruzó para enfrentarnos a nosotros mismos.
1 comentario:
Y ganaste el enfrentamiento
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