12/7/17

Japón - Kyoto día 7

Vaya noche. Entre el futón que se clava todo, el camión de la basura y que se oía a todo el mundo que pasaba por la calle... Fue la primera vez que las pastillas de dormir que usaba para el jetlag no me hacían efecto.
Las duchas y baños del ryokan eran compartidos, pero la verdad es que estaba todo siempre limpísimo.

Después de haber estado tantos días desayunando lo mismo, el desayuno occidental - cereales, leche, zumo, bollería, arroz, té... - del ryokan nos supo a gloria.

Hoy nos tocaba ir a Nara, que en menos de una hora más o menos se llega perfectamente desde la estación de Kyoto. Yo ya había visto cosas de Nara, de cómo era, de los ciervos... Y se lo había explicado a mi novio, pero se ve que se hacía una idea muy diferente, porque nada más salir de la estación, ya hay muchísimos ciervos paseando a sus anchas, y eso es así durante kilómetros y kilómetros, por lo que él alucinó muchísimo ya que se imaginaba que estaba cerrados y controlados.

Compramos unas galletitas para darle a los ciervos y, yo había leído que si haces reverencia antes de darle la comida, ellos te la devuelven ¡y es verdad! Pero hay que ir con cuidado, que algunos tienen cuernos y a lo mejor al hacer la reverencia te pueden dar, ya que van un poco locos por la comida... Y por las chaquetas, y por todo lo que lleves encima.


Por la zona tenéis museos, templos, jardines, varias tiendas de souvenirs, puestecitos (madre mía que ricos los nikuman, asfasf).

Hubo un momento un tanto curioso ya que, a los ciervos también les dan de comer unos cuidados. Lo gracioso es que el señor les llamaba silbando, bajaban la montañita, pasaban por un riachuelo y volvían a subir donde el señor les había puesto la comida, que era una especie de polvo. Los ciervos Gaviria


También paseamos por los alrededores del Todaiji Hokkedo (pondría nombre de todas las zonas, pero es que es enorme).


Una vez vista Nara, volvimos a Tokyo a descansar un poco -  a estas alturas después de hacer km y km andando duranto el viaje, teníamos las piernas pidiendo ayuda -

Por la tarde, salimos al barrio de Gion, y sí, fuimos andando desde nuestro ryokan, y no estaba precisamente cerca.
A parte de turístico (me hubiera comprado todo lo que había en las tiendas) es muy bonito. Casitas pequeñitas, tradicionales, las luces, el río... Si tenéis suerte, podréis ver maikos. Son fáciles de distinguir entre la cantidad de koreanos que se ponen kimono.


Estuvimos hasta que anocheció dando vueltas por la zona y disfrutándola mucho, hasta que los pies nos dijeron onegai id al ryokan a dejadnos morir un poco.

¡Nos vemos en la siguiente entrada!

No hay comentarios: