21/6/12

En los cuentos, sonreír de verdad es cosa del pasado.

Ponte los tacones y empieza a recorrer las calles por las que jugabas cuando la inocencia todavía te acompañaba.

Ahora da igual quienes sean tus amigos, todos opinarán que con los labios rojos buscas la carne ajena para satisfacerte... Y es que las calles no se hicieron para alguien como tu, pequeño torbellino de emociones, donde sin hacer nada te tratan de guarda esquinas.

Con las pestañas alargadas para espantar cada lágrima que pueda salir de esos cristales que reflejan la luz del miedo hacia el exterior. Esos dos ojos que nadie es capaz de leer, que me estremece el frío de las palabras de los demás.
Me creo las mentiras, creo que soy aquello que dicen de mi que es lo peor. Me derriban, me quieren hacer experimentar algo que no es propio en mi.

Lo único que sigo buscando es la madurez, la comprensión, la interpretación... Alguien que despeje las dudas ajenas, que no se crean lo que no soy, que mis labios callen las burradas que mi timidez quiere gritar.

Quiero que el mundo deje de ser como es, quiero escaparme muy lejos.

En las calles todos opinan sin conocer... Y los que conocen solo quieren dañar a los demás para aliviar su dolor.
De mis heridas ya solo brotan las ganas de llorar, las lágrimas que mis ojos reprimen.

1 comentario:

Arald dijo...

¿Para qué madurar?