Los verdaderos cuentos del príncipe azul.

Oh dios mío, viene un corcel. Blanco, con su crin de color crema. Impoluto y perfecto. Trae consigo a un príncipe. Viene vestido con esmoquin, una corbata perfectamente anudada, con millones de videojuegos bajo su brazo. Ay, ¡dádmelo, es para mi, es perfecto!

Pasamos los días en la cama entre mimos, revolcones, risas.
Las tardes de paseo, leyendo, bañándonos y comiendo pizzas de bacon y queso. O sushi. O comida china...
Y nos pasamos las noches viciando como posesos.

¡Ay, qué perfecto es todo! ¡Qué rutina más perfecta!

Bueno, eso creía. Que todo en el pack es perfecto menos él.

Mientras yo creo que mi vida no puede ser mejor, él mira a otras y alaba lo que  hacen los demás... Pero no alaba mi triple salto mortal en los juegos de lucha. Prefiere contar sus penas a otros antes que hablar conmigo, me pinta que estamos hechos el uno para el otro cuando sé que se queja a los demás de nuestra relación. Me pinta de perfecta cuando realmente su idea de la perfección es otra.

"Tenemos que hablar" ... Y ahí se cagan. ¿De qué? Si no para de soñar con otra vida.
Le cuentas lo que pasa, que todo es maravilloso pero sus personalidades no están hechas la una para la otra. Y se sorprenden ¡qué fuerte! No hace falta tener dos dedos de frente, con analizar un poco la situación sale la solución. 2+2 = 4 ¡Si es que no hay más!

Pero ellos insisten, y tu más que en perderle a él, piensas en todo lo material que vas a perder, o esa rutina tan bonita... Pero el amor entre nosotros se debió perder en un estornudo, porque una vez sale, te sientes tan a gusto que ni duele.

Bah, total, ¿quién quiere príncipes habiendo magos, elfos, guerreros..?

Me voy a salvar el mundo que Chrom me espera.