Aunque tu no me veas, estoy ahí, y me rodea tu aire.
Más pequeño que una hormiga pero valiente como un oso.
Siento envidia de los grandes, de los capaces, de los que en un paso avanzan kilómetros.
Puedo quejarme, pero no son celos, es rabia. ¿Por qué no me dieron las mismas piernas? ¿Por qué no nací formando parte de otra especie?
Algunos pensarán que soy afortunado, pues siempre hay alguien que lo tiene peor. ¿Soy egoísta entonces por pensar que debería ser diferente?
Es fácil pisotearme y pegarme contra el suelo. Entonces miro aún más alto.
Quiero más y más cuanto más veo.
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