4/12/14

Confesión a mis propias cadenas.

Realmente, no sé porqué me levanto cada día.
No tengo nada que me motive, nada que me vaya a sorprender, ningún plan fuera de lo normal... Todo es tan monótono.

Echo de menos estar en las prácticas donde cada día era una aventura, viajar y que  me pasaran mil cosas en cada uno de los trayectos, ir a la montaña y casi morir en todas las rutas, disfrutar de los días que me quedaba en casa, contar mis aventuras...

No estoy hecha para crecer en la misma línea temporal de las oportunidades.

Necesito emociones, necesito una escapada, una locura, algo que me haga sentir en la piel que sigo viva.

Quiero destrozar las paredes.

Quiero volar e irme a un lugar donde no me miren y gritar hasta romper los cristales.



1 comentario:

Anónimo dijo...

La vida al final es eso, experiencias y recuerdos. No nos queda otra que asumirlo y recordar con alegría y gratitud a esas personas que nos dejan huella.
Sé fuerte.