20/2/15
Lo que nunca se atrevieron a decirme.
¿Cuál será el primer pensamiento que nace en tu mente nada más abrir los ojos?
Si te miro, veo a una niña pequeña con ganas de huir, pero tus manos me sujetan pidiéndome que me quede. Quedémonos quietos, por si al tiempo le da por imitarnos.
Tienes el alma vacía y yo no puedo hacer más que alimentar tu parte más efímera.
No me miras. Esquivas mis abrazos. A veces eres el aire que atraviesa mis sentidos.
Viajas a dónde quieres sin necesidad de equipaje. Calas a todo el mundo y dejas huella, pero te vas sin decir si volverás. Si ni tan siquiera dejar una nota.
Te veo sentada en tu sitio de siempre del sofá. Tapada, a pesar de que el sol ilumina tu mirada. Esa mirada que cuando se cruza con la mía me da calidez, incluso a veces me llega a hacer arder.
Te doy tu taza de las mañanas, llena de café. Sin querer, nuestros dedos se rozan. Están fríos.
A veces pienso que estás esculpida en hielo, uno incapaz de fundirse.
Al terminar, posas la taza encima de la mesa. Dejas una marca roja en la taza, con la forma de tus labios, sin ni siquiera habértelos pintado. Es la sangre que dejan tus palabras no dichas, tus miradas perdidas... La rabia contenida.
La vida te consume y te hunde, sin yo poder ayudarte, porque si lo hiciera, acabarías conmigo.
Te veo marchitar, hasta que te haces de nuevo aire y me dejas.
Tengo tus libros, tu ropa, tus peluches... Nuestros recuerdos, nuestras fotos... Te veo en ellas y me doy cuenta de que enamorarte es intentar atrapar con las manos el aire.
Sé libre. Nosotros seguiremos aquí.
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