Quiero desprenderme de mis sentidos durante una temporada. Poderme privar de ver que sucede, de oír el futuro, de sentir el miedo, de saborear el amargo de la vida.
Cuando pierdo un poco de mi, me torno mar. Pierdo el azul con el que veo el mundo para reflejar el gris del cielo que cae a pedazos.
A lo largo de mi vida, me he arrepentido de mil cosas que he hecho, y durante años he deseado poder haber sido más fuerte y no caer... Aunque al final, cuando todo ha ido bien, siempre me he sentido orgullosa de haber salido de esas situaciones yo sola. De haberme hecho más fuerte - a base de encerrarme en mi -
Pero, ¿y ahora?
Quiero aferrarme al "aunque el camino está siendo empinado, pedregoso y lleno de agujas, el final será grandiosamente grato." Ese sentimiento es como una cuerda la cual he de escalar.
Nunca he sentido que esos caminos tuvieran fin, ni una luz cálida, y al final lo han tenido.
¿Por qué este ha de ser diferente?
Todas esas veces me equivoqué. He salido de todo, aunque fuese con secuelas.
Esta vez las marcas serán recordadas, gravadas, enmarcadas... No hay escapatoria. Pero... Si hay final, yo no lo veo.
Esta vez no me aferro más que a la tristeza. No tengo fuerzas para escalar esa cuerda.
Llevo ya demasiadas batallas contra mi misma y nunca hay un claro ganador.
¿Qué hacéis cuando todo va mal?
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