Ya nadie recuerda lo que es dar cuerda a un reloj.
Ver como los segundos se vuelven minutos, y los minutos horas, porque al reloj le fallan las fuerzas para hacer su trabajo: hacer que las manecillas avancen.
El placer de ver el tiempo detenerse.
Cerrar los ojos y volver a ver el momento más feliz de tu vida, poder observar con detalle cada gesto, cada sonrisa, cada mirada.
Ya nadie está cuerdo como para fotografiar con la mente y guardar la diapositiva en el corazón. Perdemos la validez del momento intentando plasmarlo en foto.
Nuestros ojos ya no sienten, ni se enternecen. Un segundo puede cambiar tu vida... Y en el mundo real, los segundos no son minutos, porque la tecnología se encarga de dar cuerda a las manecillas que hemos dejado olvidadas.
Porque, recordar, es volver a dar cuerda a algo, volver a revivir un momento; y nosotros nos hemos perdido en el intento.
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