Las palabras, los gestos, las miradas... Tanto las quiero como a la vez les tengo respeto.
Fue de lo más normal cuando se debería ver extraño. Nada había cambiado a pesar de que el tiempo nos hubiera hecho distanciar.
Me comporté como sentía que debía hacerlo, y me lo agradeciste. Es como si hubiera vuelto a los días de verano, a las noches ansiadas, a las charlas en voz baja y a las tonterías en la cama.
Que no quepo en mi del último gesto.
De los que quedan por venir...
Y de los que no quiero que nunca terminen.
1 comentario:
Eso es. Que no entiendo el pánico reinante por ahí fuera al paso del tiempo, como si no nos hiciese falta para cosas como estas...
Un beso ;)
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