20/6/17

Japón - Tokyo día 4

Cuarto día ya en el país nipón. Este día ya estaba un poco cansada del desayuno del hotel, que cada día era huevo (un día en forma de tortilla y otro en revuelto), la carne de acompañamiento y el pan de molde con cosas verdes - que estaba muy bueno la verdad. - Y del arroz, ay, cómo echaba de menos un bocadillo de jamón serrano.

Nos pusimos en marcha temprano como siempre y fuimos caminando hasta el Palacio Imperial, pasando por primera vez cerca de la estación de Tokyo. Antes de ir al Palacio, hicimos una parada en la tumba de Taira no Masakado, en su época tachado de rebelde, actualmente considerado protector espiritual de Tokyo.
La tumba está en plena ciudad, rodeada de edificios enormes. Este tipo de cosas me enamoraron mucho de Japón, cómo respetan y conservan su pasado. También nos sorprendió como, un taxista, paró justo delante de las escaleras de entrada a la tumba, nos saludó, rezó a la tumba y se fue. Nadie te impone sus creencias ni su religión, pero impresiona mucho ver como, hoy en día, creen ciegamente en este tipo de cosas y como respetan los antepasados.


El Palacio Imperial abría a las 9 am (hace un par de años solo habría ciertos días en diciembre, pero desde entonces está abierto prácticamente todos los días del año). Nosotros llegamos antes de la hora y nos pusimos a esperar en las verjas de la entrada... Y menos mal, porque qué risa. Se acercó un guarda a la verja, puso un reloj digital encima y se quedó mirándolo. Cuando faltaban 5 segundos para las 9:00 en punto, empezó a hacer la cuenta atrás con los dedos. Se fue todo el miedo que puede dar un guarda de Palacio, la verdad.

Hacen un pequeño control de seguridad y... ¡Para adentro!
Decir que el Palacio, las partes que se pueden visitar, son muchas y muy grandes, podéis pasaros perfectamente toda la mañana ahí dentro, como fue nuestro caso. Hay un mirador donde puedes ver el skyline precioso de Tokyo, torretas, el típico jardín japonés, plantas de todos lados (había olivos españoles) ... La entrada es gratuita, así que os recomiendo bastante ir.



Después de pasar toda la mañana ahí, pusimos rumbo a Ikebukuro. 
Maaaaaadre mía, para la que sea fujoshi ese sitio es un paraíso. Muchas fangirls de todo, las tiendas enfocadas la gran mayoría para chicas, colas para cafeterías donde te atienden hombres, la plaza lleeeena de chicas con sus bolsas tuneadas con sus personajes de manga/anime favoritos.
Obviamente, hay cosas para todos los gustos, es una zona muy recomendable si te gusta todo el mundillo "otaku". Personalmente, me gustó mucho más que Akihabara, y había un ambiente muy bueno por la calle, eso sí, todo llenito de gente. Había un par de tiendas donde tenían merchan de la saga Tales of, cosa que todavía no había visto por ningún sitio, había cines, tiendas más generales, zona de comer... Y el Sunshine City con un Pokemon Center dentro.

La película de Sangatsu no Lion asdfjalkfdjkalf

El centro comercial es... Enorme, de verdad. No os puedo decir ni cómo están organizadas las plantas porque hasta la gente que vive ahí iba preguntando a los trabajadores con el mapa en la mano dónde estaban las cosas. Pasamos horas y horas y horas ahí dentro, ya que es imposible aburrirse porque hay de todo, hasta atracciones de One Piece y otras series que no conocía. Eso sí, a la hora de querer irnos... Ay, madre mía, no sabíamos por donde hacerlo, no encontrábamos ni la puerta por la que habíamos entrado ni dónde podía estar la de salida.

Después de tooooooda la pateada, que no fue poca, decidimos ir en busca de una tumba que mi novio había leído que estaba "no muy lejos" de esa zona. La tumba que buscábamos era la de la mujer sin rostro, muy típica de las fábulas japonesas.
He de decir que nos alejamos muchísimo de calles principales, de zonas turísticas... Porque era un barrio de lo más normal, donde todo el mundo nos miraba con cara raruna.
Estuvo bien alejarse del bullicio típico japonés y ver el típico instituto, la típica tienda de maderita, parques (digo típicas porque es lo que se ve en los animes, normalmente).
El GPS nos llevó hasta donde supuestamente estaba la tumba... Pero vaya, que eso era un cementerio con todas las letras, donde había una casita donde podías pedir información, precios etc. para enterrar a tu ser querido.
Cómo no, entramos (si ya me seguisteis en el viaje anterior, lo de entrar en este tipo de cosas se esta haciendo costumbre) y era tal cual una película de terror japonesa. Todo muy tradicional, muy bien cuidado... Y era enorme, ya que continuaba hasta unirse con un templo, en el cual entramos y vimos un monje y nos quedamos muy bien sin saber qué hacer porque no teníamos ni idea de si podíamos entrar o no. La tumba no sé si la vimos porque no había nada que lo indicara.


Cuando íbamos rumbo a la estación para volver al hotel, vimos una calle principal con tenderetes con comida y cosas de segunda mando. Una calle que no tenía fin, porque anduvimos mucho rato mirando los puestos y viendo comida rara y nunca se acababa, así que decidimos atajar por callejuelas para ir, esta vez sí, rumbo al hotel.

Ay, qué bonita es Japón.



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