Cuando no sabes si callar o gritar, si salir corriendo o quedarte, si observar o actuar.
Cuando te aprieta el pecho.
Hundes a cualquiera, y solo rescatas por placer de decir que has salvado a alguien, cuando la culpable eres tu.
Fría, puntiaguda, tu alma.
Pequeña, no eres Alicia.
21/11/17
24/8/17
Piensa más en ti.
Es fácil quedarse a solas con la tristeza cuando, al cerrar la puerta, es tu única compañera.
¿Acaso se puede contar conmigo? ¿Alguien cuenta conmigo?
Y ahí sigue arrinconada con el miedo abrazándola y viendo en cada lágrima como la vida pasa.
Es muy fácil decir, es muy fácil intentar, pero la constancia perdida está, y es que es fácil dejarse vencer cuando en cada pensamiento se cruza el "vas a perder".
No eres nadie y lo sabes. En el espejo no ves nada más que alguien que se queja una y otra vez por cosas que no va a tener. Entonces para, ¿de qué sirve?
A lo mejor te esfuerzas por objetivos no compartidos con nadie, a lo mejor eso que anhelas realmente no lo quiere nadie.
Crees que es la solución.
Mientras esperas que alguien te necesite, ella sigue dentro del cuarto contigo, a tu lado, y tu, en sus brazos.
¿Acaso se puede contar conmigo? ¿Alguien cuenta conmigo?
Y ahí sigue arrinconada con el miedo abrazándola y viendo en cada lágrima como la vida pasa.
Es muy fácil decir, es muy fácil intentar, pero la constancia perdida está, y es que es fácil dejarse vencer cuando en cada pensamiento se cruza el "vas a perder".
No eres nadie y lo sabes. En el espejo no ves nada más que alguien que se queja una y otra vez por cosas que no va a tener. Entonces para, ¿de qué sirve?
A lo mejor te esfuerzas por objetivos no compartidos con nadie, a lo mejor eso que anhelas realmente no lo quiere nadie.
Crees que es la solución.
Mientras esperas que alguien te necesite, ella sigue dentro del cuarto contigo, a tu lado, y tu, en sus brazos.
17/8/17
Japón - Kyoto días 9 y 10
Este era nuestro último día ya en Kyoto... Pues al día siguiente salíamos ya rumbo a Mallorca.
Tras hacer las maletas por la mañana, las dejamos en el ryokan para poder aprovechar el día. Lo primero que hicimos fue ir a la Estación de Kyoto para, primero saber dónde se cogían los buses que te llevaban al aeropuerto y, segundo, reservar ya los asientos para éste.
Ya una vez con todas las "obligaciones" hechas, pusimos rumbo al mercado de Nishiki.
He decir que fuimos porque estaba cerca y siempre va bien aprovechar el último día para comprar cosas que no has comprado antes... Pero la verdad, me gusto muchísimo, os recomiendo mucho ir. El mercado de Nishiki digamos que es un mercado cubierto muy alargado, pero que una vez sales de ese, entras a otro mercado cubierto, y a otro, otro... Una vez entras, no sales. Hay cosas muy buenas para comer, muuuuuuuchas tiendas de artesanía, de palillos (¡tiendas solo de palillos!) donde nos hicimos unos palillos con nuestros nombres grabados, tiendas frikis, de música, de sellos, camisetas... ¡Y de pegatinas! La tienda se llama B side label y tienen unas pegatinas, chapas, camisetas etc que son una pasada.
Dentro del mercado hay máquinas purikura... Que parecen salas recreativas, del ruido a todo volumen y de lo espectaculares que son las máquinas.
La verdad es que se nos pasó la mañana y parte de la tarde volando ya que es imposible aburrirte ahí dentro.
Ya por la tarde/noche volvimos al ryokan a buscar las maletas para esperar el bus del aeropuerto. Ay, ya estábamos con toda la pena al llegar... ¡Pero había una tienda Pokemon! ¡Y un 7eleven! Queráis o no eso hizo la noche un poco más amena.
Pasamos la noche en el aeropuerto y al día siguiente, con muchos contratiempos por parte de la compañía Jetstar (no os la recomiendo para nada, no sabían ni lo que era Madrid) conseguimos volver a Mallorca gracias a la chica de Iberia que nos atendió donde hicimos escala y nos resolvió todos los problemas. Esa chica tiene un hueco ganado en mi kokoro.
Y hasta aquí la última entrada, la más "aburrida" de todas, pero la verdad, no me paré a hacer demasiadas fotos ese día, ya que, aparte de ir cargados con mil compras, prefería disfrutar al máximo del último día.
He de admitir que es el viaje que más me ha gustado, que más he disfrutado y es el lugar al que volvería ya mismo. Japón, me has enamorado.
Tras hacer las maletas por la mañana, las dejamos en el ryokan para poder aprovechar el día. Lo primero que hicimos fue ir a la Estación de Kyoto para, primero saber dónde se cogían los buses que te llevaban al aeropuerto y, segundo, reservar ya los asientos para éste.
Ya una vez con todas las "obligaciones" hechas, pusimos rumbo al mercado de Nishiki.
He decir que fuimos porque estaba cerca y siempre va bien aprovechar el último día para comprar cosas que no has comprado antes... Pero la verdad, me gusto muchísimo, os recomiendo mucho ir. El mercado de Nishiki digamos que es un mercado cubierto muy alargado, pero que una vez sales de ese, entras a otro mercado cubierto, y a otro, otro... Una vez entras, no sales. Hay cosas muy buenas para comer, muuuuuuuchas tiendas de artesanía, de palillos (¡tiendas solo de palillos!) donde nos hicimos unos palillos con nuestros nombres grabados, tiendas frikis, de música, de sellos, camisetas... ¡Y de pegatinas! La tienda se llama B side label y tienen unas pegatinas, chapas, camisetas etc que son una pasada.
Dentro del mercado hay máquinas purikura... Que parecen salas recreativas, del ruido a todo volumen y de lo espectaculares que son las máquinas.
La verdad es que se nos pasó la mañana y parte de la tarde volando ya que es imposible aburrirte ahí dentro.
Ya por la tarde/noche volvimos al ryokan a buscar las maletas para esperar el bus del aeropuerto. Ay, ya estábamos con toda la pena al llegar... ¡Pero había una tienda Pokemon! ¡Y un 7eleven! Queráis o no eso hizo la noche un poco más amena.
Pasamos la noche en el aeropuerto y al día siguiente, con muchos contratiempos por parte de la compañía Jetstar (no os la recomiendo para nada, no sabían ni lo que era Madrid) conseguimos volver a Mallorca gracias a la chica de Iberia que nos atendió donde hicimos escala y nos resolvió todos los problemas. Esa chica tiene un hueco ganado en mi kokoro.
Y hasta aquí la última entrada, la más "aburrida" de todas, pero la verdad, no me paré a hacer demasiadas fotos ese día, ya que, aparte de ir cargados con mil compras, prefería disfrutar al máximo del último día.
He de admitir que es el viaje que más me ha gustado, que más he disfrutado y es el lugar al que volvería ya mismo. Japón, me has enamorado.
Pensamientos de:
Irene
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Viajes
27/7/17
Japón - Kyoto día 8
Ay, octavo día ya en Japón... Qué poquito nos quedaba ya de estar por estas maravillosas tierras.
Este día pusimos rumbo a Arashiyama, para ir a ver el bosque de bambú. Este día fue el único que nos hicimos un poco de lío con los trenes... Porque hay uno que lleva directamente pero que pasa a una hora en concreto y bueno, nos liamos un poquillo pero conseguimos pillarlo y llegar tal y como estaba planeado. Si no recuerdo mal, desde la estación de Kyoto hasta Arashiyama hay una horita, pero se hace muy llevadero.
Al salir de la estación de Arashiyama, había un mapa orientativo. La verdad es que este tipo de mapas los usábamos bastantes, porque en este viaje me di cuenta que eso de saber ir hacia el norte o hacia el sur lo llevo bastante mal... Al acercarnos al mapa, un señor nos dijo "algo" en japonés (porque no entendíamos nada) y yo supuse que preguntaba qué buscábamos, y le respondí "bamboo forest" y nos señalo el camino. ¡Qué majo fue!
No tiene mucha pérdida igualmente, ya que en el suelo está indicado y está muy cerca de la estación.
Justo antes de entrar, hay unas cuantas tiendas muy monas donde podéis comprar tazas, boles, abanicos... A buen precio, a mi parecer.
Y tal cual pasas de estar en plena calle, tal cual pasamos a estar en el Bosque de bambú. Es una gozada estar ahí dentro, ya que hacía bastante sol y un calor considerable, y dentro del bosque se está en sombra y, ay, qué a gusto se estaba paseando por ahí dentro.
En medio del bosque, hay un pequeño santuario, donde compramos un ema (tablón de madera) para escribir un deseo y dejarlo colgado ahí. ¡Esperamos que se cumpla!
Tras hacer este parón, seguimos andando por el bosque hasta llegar a una explanada - a pleno sol - donde poder sentarse, seguir andando por la montaña y disfrutar sus vistas... Nosotros dimos un paseo por toda la zona antes de hacer un parón para almorzar.
Almorzamos en una tiendecita que hay dentro del bosque, donde probamos los dorayakis... Y la verdad, está mucho mejor de lo esperado.
Ahí mismo decidimos ir al Arashiyama monkey park, porque pensábamos que el bosque sería mucho más largo... Pero no. Fuimos andando desde ahí y, si hacéis el mismo camino, os lo recomiendo, porque es precioso, como todo ahí.
Tras un paseo, llegamos al Monkey Park... Id preparados porque es la muerte eso. Y no por los monos, que tela el carácter que tienen, si no que, hasta que llegáis a la cima de la montaña hay un buen camino. Ay, nuestras piernicitas... ¡Pero a eso se viene a Japón, a andar hasta que se caigan las piernas!
La verdad que el lugar está muy bien vigilado, los monos están a sus anchas, pero siempre recuerdan que no hay que tocarlos ni nada por el estilo. ¡Y las vistas son preciosas desde la cima!
Este día pusimos rumbo a Arashiyama, para ir a ver el bosque de bambú. Este día fue el único que nos hicimos un poco de lío con los trenes... Porque hay uno que lleva directamente pero que pasa a una hora en concreto y bueno, nos liamos un poquillo pero conseguimos pillarlo y llegar tal y como estaba planeado. Si no recuerdo mal, desde la estación de Kyoto hasta Arashiyama hay una horita, pero se hace muy llevadero.
Al salir de la estación de Arashiyama, había un mapa orientativo. La verdad es que este tipo de mapas los usábamos bastantes, porque en este viaje me di cuenta que eso de saber ir hacia el norte o hacia el sur lo llevo bastante mal... Al acercarnos al mapa, un señor nos dijo "algo" en japonés (porque no entendíamos nada) y yo supuse que preguntaba qué buscábamos, y le respondí "bamboo forest" y nos señalo el camino. ¡Qué majo fue!
No tiene mucha pérdida igualmente, ya que en el suelo está indicado y está muy cerca de la estación.
Justo antes de entrar, hay unas cuantas tiendas muy monas donde podéis comprar tazas, boles, abanicos... A buen precio, a mi parecer.
Y tal cual pasas de estar en plena calle, tal cual pasamos a estar en el Bosque de bambú. Es una gozada estar ahí dentro, ya que hacía bastante sol y un calor considerable, y dentro del bosque se está en sombra y, ay, qué a gusto se estaba paseando por ahí dentro.
En medio del bosque, hay un pequeño santuario, donde compramos un ema (tablón de madera) para escribir un deseo y dejarlo colgado ahí. ¡Esperamos que se cumpla!
Tras hacer este parón, seguimos andando por el bosque hasta llegar a una explanada - a pleno sol - donde poder sentarse, seguir andando por la montaña y disfrutar sus vistas... Nosotros dimos un paseo por toda la zona antes de hacer un parón para almorzar.
Almorzamos en una tiendecita que hay dentro del bosque, donde probamos los dorayakis... Y la verdad, está mucho mejor de lo esperado.
Ahí mismo decidimos ir al Arashiyama monkey park, porque pensábamos que el bosque sería mucho más largo... Pero no. Fuimos andando desde ahí y, si hacéis el mismo camino, os lo recomiendo, porque es precioso, como todo ahí.
La verdad que el lugar está muy bien vigilado, los monos están a sus anchas, pero siempre recuerdan que no hay que tocarlos ni nada por el estilo. ¡Y las vistas son preciosas desde la cima!
Una vez visitado el parque, bajamos la montaña - esto era más fácil - y nos fuimos de tiendas. He de decir que en Arashiyama está la mejor tienda del universo: una tienda de cajas de música con música de todo tipo, incluido Ghibli, Kimi no nawa... Adoro las cajas de música, me hubiera llevado la tienda entera.
Después de comer y de dar otro paseo, volvimos a Kyoto con otro tren diferente y, sin pasar tan siquiera por el ryokan, fuimos andando (nuestras piernas, plis) hasta el Templo Toji.
Tras la visita, volvimos andando hasta el ryokan a caer muertos un rato porque no podíamos con nuestra vida. Todas las pateadas que nos pegábamos empezaban a hacer mella, ¡pero no podíamos quedarnos quietos! Así que, ya por la noche, salimos a dar un paseo (donde vi el que sería el último corgi del viaje) y fuimos a cenar a un restaurante mediterráneo. Que... Bueno, imagino que lo que pensé yo de la comida de esa cena lo pensarían ellos si vinieran a España a comer comida japonesa. La pizza muy chiquitita, pero rica, y mi chorbo se pidió un kebab que, bueno, de kebab poco. Pero fueron muy agradables y hablaban inglés a la perfección.
Y ya con la barriga no demasiado llena, todo sea dicho, volvimos al ryokan a caer reventados sobre el futón. Oyasumi nasaaaaai.
Pensamientos de:
Irene
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12/7/17
Japón - Kyoto día 7
Vaya noche. Entre el futón que se clava todo, el camión de la basura y que se oía a todo el mundo que pasaba por la calle... Fue la primera vez que las pastillas de dormir que usaba para el jetlag no me hacían efecto.
Las duchas y baños del ryokan eran compartidos, pero la verdad es que estaba todo siempre limpísimo.
Después de haber estado tantos días desayunando lo mismo, el desayuno occidental - cereales, leche, zumo, bollería, arroz, té... - del ryokan nos supo a gloria.
Hoy nos tocaba ir a Nara, que en menos de una hora más o menos se llega perfectamente desde la estación de Kyoto. Yo ya había visto cosas de Nara, de cómo era, de los ciervos... Y se lo había explicado a mi novio, pero se ve que se hacía una idea muy diferente, porque nada más salir de la estación, ya hay muchísimos ciervos paseando a sus anchas, y eso es así durante kilómetros y kilómetros, por lo que él alucinó muchísimo ya que se imaginaba que estaba cerrados y controlados.
Compramos unas galletitas para darle a los ciervos y, yo había leído que si haces reverencia antes de darle la comida, ellos te la devuelven ¡y es verdad! Pero hay que ir con cuidado, que algunos tienen cuernos y a lo mejor al hacer la reverencia te pueden dar, ya que van un poco locos por la comida... Y por las chaquetas, y por todo lo que lleves encima.
Por la zona tenéis museos, templos, jardines, varias tiendas de souvenirs, puestecitos (madre mía que ricos los nikuman, asfasf).
Hubo un momento un tanto curioso ya que, a los ciervos también les dan de comer unos cuidados. Lo gracioso es que el señor les llamaba silbando, bajaban la montañita, pasaban por un riachuelo y volvían a subir donde el señor les había puesto la comida, que era una especie de polvo.Los ciervos Gaviria
También paseamos por los alrededores del Todaiji Hokkedo (pondría nombre de todas las zonas, pero es que es enorme).
Una vez vista Nara, volvimos a Tokyo a descansar un poco - a estas alturas después de hacer km y km andando duranto el viaje, teníamos las piernas pidiendo ayuda -
Por la tarde, salimos al barrio de Gion, y sí, fuimos andando desde nuestro ryokan, y no estaba precisamente cerca.
A parte de turístico (me hubiera comprado todo lo que había en las tiendas) es muy bonito. Casitas pequeñitas, tradicionales, las luces, el río... Si tenéis suerte, podréis ver maikos. Son fáciles de distinguir entre la cantidad de koreanos que se ponen kimono.
Estuvimos hasta que anocheció dando vueltas por la zona y disfrutándola mucho, hasta que los pies nos dijeron onegai id al ryokan a dejadnos morir un poco.
¡Nos vemos en la siguiente entrada!
Las duchas y baños del ryokan eran compartidos, pero la verdad es que estaba todo siempre limpísimo.
Después de haber estado tantos días desayunando lo mismo, el desayuno occidental - cereales, leche, zumo, bollería, arroz, té... - del ryokan nos supo a gloria.
Hoy nos tocaba ir a Nara, que en menos de una hora más o menos se llega perfectamente desde la estación de Kyoto. Yo ya había visto cosas de Nara, de cómo era, de los ciervos... Y se lo había explicado a mi novio, pero se ve que se hacía una idea muy diferente, porque nada más salir de la estación, ya hay muchísimos ciervos paseando a sus anchas, y eso es así durante kilómetros y kilómetros, por lo que él alucinó muchísimo ya que se imaginaba que estaba cerrados y controlados.
Compramos unas galletitas para darle a los ciervos y, yo había leído que si haces reverencia antes de darle la comida, ellos te la devuelven ¡y es verdad! Pero hay que ir con cuidado, que algunos tienen cuernos y a lo mejor al hacer la reverencia te pueden dar, ya que van un poco locos por la comida... Y por las chaquetas, y por todo lo que lleves encima.
Por la zona tenéis museos, templos, jardines, varias tiendas de souvenirs, puestecitos (madre mía que ricos los nikuman, asfasf).
Hubo un momento un tanto curioso ya que, a los ciervos también les dan de comer unos cuidados. Lo gracioso es que el señor les llamaba silbando, bajaban la montañita, pasaban por un riachuelo y volvían a subir donde el señor les había puesto la comida, que era una especie de polvo.
También paseamos por los alrededores del Todaiji Hokkedo (pondría nombre de todas las zonas, pero es que es enorme).
Una vez vista Nara, volvimos a Tokyo a descansar un poco - a estas alturas después de hacer km y km andando duranto el viaje, teníamos las piernas pidiendo ayuda -
Por la tarde, salimos al barrio de Gion, y sí, fuimos andando desde nuestro ryokan, y no estaba precisamente cerca.
A parte de turístico (me hubiera comprado todo lo que había en las tiendas) es muy bonito. Casitas pequeñitas, tradicionales, las luces, el río... Si tenéis suerte, podréis ver maikos. Son fáciles de distinguir entre la cantidad de koreanos que se ponen kimono.
Estuvimos hasta que anocheció dando vueltas por la zona y disfrutándola mucho, hasta que los pies nos dijeron onegai id al ryokan a dejadnos morir un poco.
¡Nos vemos en la siguiente entrada!
Pensamientos de:
Irene
6/7/17
Japón - Tokyo -> Kyoto, día 6
Último día en Tokyo... Después de ducharnos y desayunar, hicimos las maletas, check out... ¡Y rumbo a la estación de Tokyo!
Ya habíamos tanteado una vez el terreno en la estación de Tokyo, ya que es de las más transitadas... Pero igualmente tardamos un poco en ubicar dónde estaban las taquillas para comprar los billetes de Shinkansen.
Los compramos a través de las máquinas. Pudimos elegir los asientos y la verdad, no fue nada complicado.
Encontramos el andén del cual partía también muy rápido... Tanto que nos tocó esperar, pero creo que así pudimos ver una cosa que, al menos a mi - soy muy impresionable - me fascinó: al llegar un shinkansen que tenga como última parada la estación en la que os encontréis y que este vaya a partir hacia otro destino, veréis como unas cuantas personas con cubos se ubican al lado de las puertas y, una vez haya salido todo el mundo del shinkansen, ellos entrarán y limpiarán todo a la velocidad de la luz, pero no solo eso, ¡giran los asientos para que miren al frente! Era una pasada ver al hombre girarlos como si nada, uno tras otro... Lo sé, es una chorrada, pero lo pienso y me sigue alucinando.
Una vez llegó nuestro tren bala, nos sentamos en nuestros asientos y a disfrutar del paisaje. De la estación de Tokyo a la estación de Kyoto hay unas dos horas creo recordar.
Una vez en Kyoto, comprobamos que el tiempo por primera vez estaba un poco feucho, caían gotitas y estaba el cielo muy gris, ¡pero por fin un día en el que hacía fresco!
Nuestro ryokan estaba muy cerca de la estación de Kyoto, así que, como todavía no podíamos hacer check-in a la habitación, dejamos las maletas y nos fuimos a ver el templo Higashihonganji que estaba a 5 minutos del ryokan. ¡Fue la primera vez que nos tuvimos que quitar los zapatos para entrar a un templo!
Después de verlo, dimos un paseo por la zona y nos dimos cuenta de que había mucho más turismo, pero también menos aglomeración en la calle (y ya dije que no me pareció que en ningún momento hubiera demasiada gente por las calles en Tokyo).
A la hora que ya podíamos entrar a la habitación, volvimos al ryokan para ver nuestra habitación. Ay, qué bonita era. Elegimos en Kyoto quedanos en un ryokan tradicional. El suelo crujía, no se podía ir con zapatos, el suelo era de tatami, íbamos a dormir en futones... Precioso.
Ya una vez acomodados y un poco descansados, como teníamos el Fushimi Inari a nada y menos de distancia, cogimos un tren del año de la pera y pusimos rumbo para allá. He de decir que mi idea del Fushimi Inari eran los 1000 toris y ya... Pero no.
Al llegar había muchíiiiiiiiiisima gente, muchíiiiiiiiiisima. También los típicos puestos donde comprar amuletos, souvenirs, para rezar... A medida que avanzas, se pasa por los primeros toris juntos. Todo eso está llenísimo también, mucha gente haciéndose fotos - y yo que pensaba que con el día que hacía no iría mucha gente - pero, a medida que avanzas, hay menos gente, y puedes disfrutar un poco más del paisaje, puedes hacer fotos tranquilamente y respirar aire de las montañas.
Nosotros - como ya he dicho, teníamos otra idea de lo que era este sitio - avanzábamos, y avanzábamos, y venga subir escaleras, y venga toris... Hasta que encontramos un mapa y ¡resulta que eso es enorme! No llevábamos ni medio camino hecho pero estábamos acalorados de tanto subir escaleras. Pero claro, si se va, hay que hacerlo todo, así que llegamos casi a la cima - ya que por el camino nos metimos en un sitio prohibido y, subir las escaleras "prohibidas" por las que habíamos bajado fue la muerte, pero mereció la pena porque allí el paisaje tenía más pinta de abandonado, era más bonito (sí, aún más).
Ya estaba anocheciendo así que bajamos toooooodo lo que habíamos subido y nos fuimos al ryokan, para dormir por primera vez, en futones.
Pasamos toda la tarde ahí, la verdad, hay que ir. De todos los sitios que fuimos durante el viaje, volvería a este sin dudarlo, lo que transmite este lugar es indescriptible. Además, poder presenciar el atardecer desde ahí... Sublime.
Pasamos toda la tarde ahí, la verdad, hay que ir. De todos los sitios que fuimos durante el viaje, volvería a este sin dudarlo, lo que transmite este lugar es indescriptible. Además, poder presenciar el atardecer desde ahí... Sublime.
Adelanto que yo ese día, dormir, dormí poco, porque me clavaba mis propios huesos. Pero fue el único día en todo el viaje que no pude.
¡Nos vemos en la siguiente entrada!
¡Nos vemos en la siguiente entrada!
Pensamientos de:
Irene
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28/6/17
Japón - Tokyo día 5
Este era nuestro último día entero en Tokyo. No teníamos nada pensado para ese día así que fuimos un poco por libre, mirando en la guía cosas que podían resultar interesantes ¡y la verdad es que acertamos!
Empezamos el día yendo al Mercado de Tsukiji (que todavía dura en esta ubicación, ya que está previsto que se traslade a Toyosu).
Pescado fresco, mariscos, cosas... Extrañas, vajillas, restaurantes, gente, gente y gente... Todo eso en unas cuantas calles que conforman uno de los lugares más famosos de Tokyo. Imposible morir de hambre allí. Ahí podréis probar el sushi más fresco (tras hacer bastante cola, todo sea dicho).
Era un sitio al que, en un principio no teníamos pensado ir, pero menos mal que cambiamos de idea. Nos gustó muchísimo, y el ambiente que se respira en el mercado - y no es de pescado, aunque parezca imposible - es muy agradable.
Creo que este día nos tocó uno de los más soleados y calurosos de nuestra estancia. No lo digo porque me quemase la nuca ni nada... (?) Pero aun así, después de disfrutar del mercado, fuimos dando un paseo hasta el parque Hama- Rikyu. Puede parecer pequeño en el mapa, pero una vez entras ves que es enorme. Es muy bonito, mucho césped, lagos, puestecitos para comer y descansar. Ahí probé los dangos, que soy muy típicos, pero la verdad, no me resultaron nada del otro mundo.
Después de pasar un par de horas en el parque y tras haber visto todo, fuimos un poco sin rumbo dando un paseo por los alrededores.
Entramos en el templo de Tsukiji Honganji (donde había un memorial de Hide), pasamos por un teatro Kabuki, un torturador de pies, diferentes tiendas, parquecitos... ¡Y entramos al Don Quijote! Puedes encontrar de todo, algunos a precios muy bajos y otros normales. La verdad es que es como un todo a cien de toda la vida, versión japonesa, por lo tanto, puedes pasarte mucho rato mirando comida extraña, cosmética que no sabes para que puede ser, juguetes sexuales rarunos... (Aunque ninguna como la tienda erótica de Akihabara donde fuimos este mismo día por la noche. Seguro que alucináis tanto por lo que veis como por las personas de dentro).
Después de toooodo el paseo enorme, fuimos andando hasta el hotel para descansar un poco. Al caer el sol (que en Japón, además, anochece pronto) fuimos a dar un paseo por unos templos que vimos que estaban cerca de nuestra ubicación y, después, a dar una despedida a la tan visitada Akihabara.
Estos templos están en plena ciudad, subiendo unas escaleras asesinas empinadas de la muerte. El lugar es muy tranquilo, muy bonito. El templo en cuestión se llama Kuramae-hashi Dori
Y hasta aquí nuestro penúltimo día en Tokyo... ¡Al día siguiente ya poníamos rumbo a Kyoto!
Empezamos el día yendo al Mercado de Tsukiji (que todavía dura en esta ubicación, ya que está previsto que se traslade a Toyosu).
Pescado fresco, mariscos, cosas... Extrañas, vajillas, restaurantes, gente, gente y gente... Todo eso en unas cuantas calles que conforman uno de los lugares más famosos de Tokyo. Imposible morir de hambre allí. Ahí podréis probar el sushi más fresco (tras hacer bastante cola, todo sea dicho).
Era un sitio al que, en un principio no teníamos pensado ir, pero menos mal que cambiamos de idea. Nos gustó muchísimo, y el ambiente que se respira en el mercado - y no es de pescado, aunque parezca imposible - es muy agradable.
Creo que este día nos tocó uno de los más soleados y calurosos de nuestra estancia. No lo digo porque me quemase la nuca ni nada... (?) Pero aun así, después de disfrutar del mercado, fuimos dando un paseo hasta el parque Hama- Rikyu. Puede parecer pequeño en el mapa, pero una vez entras ves que es enorme. Es muy bonito, mucho césped, lagos, puestecitos para comer y descansar. Ahí probé los dangos, que soy muy típicos, pero la verdad, no me resultaron nada del otro mundo.
Después de pasar un par de horas en el parque y tras haber visto todo, fuimos un poco sin rumbo dando un paseo por los alrededores.
Entramos en el templo de Tsukiji Honganji (donde había un memorial de Hide), pasamos por un teatro Kabuki, un torturador de pies, diferentes tiendas, parquecitos... ¡Y entramos al Don Quijote! Puedes encontrar de todo, algunos a precios muy bajos y otros normales. La verdad es que es como un todo a cien de toda la vida, versión japonesa, por lo tanto, puedes pasarte mucho rato mirando comida extraña, cosmética que no sabes para que puede ser, juguetes sexuales rarunos... (Aunque ninguna como la tienda erótica de Akihabara donde fuimos este mismo día por la noche. Seguro que alucináis tanto por lo que veis como por las personas de dentro).
Después de toooodo el paseo enorme, fuimos andando hasta el hotel para descansar un poco. Al caer el sol (que en Japón, además, anochece pronto) fuimos a dar un paseo por unos templos que vimos que estaban cerca de nuestra ubicación y, después, a dar una despedida a la tan visitada Akihabara.
Estos templos están en plena ciudad, subiendo unas escaleras asesinas empinadas de la muerte. El lugar es muy tranquilo, muy bonito. El templo en cuestión se llama Kuramae-hashi Dori
Y hasta aquí nuestro penúltimo día en Tokyo... ¡Al día siguiente ya poníamos rumbo a Kyoto!
Pensamientos de:
Irene
20/6/17
Japón - Tokyo día 4
Cuarto día ya en el país nipón. Este día ya estaba un poco cansada del desayuno del hotel, que cada día era huevo (un día en forma de tortilla y otro en revuelto), la carne de acompañamiento y el pan de molde con cosas verdes - que estaba muy bueno la verdad. - Y del arroz, ay, cómo echaba de menos un bocadillo de jamón serrano.
Nos pusimos en marcha temprano como siempre y fuimos caminando hasta el Palacio Imperial, pasando por primera vez cerca de la estación de Tokyo. Antes de ir al Palacio, hicimos una parada en la tumba de Taira no Masakado, en su época tachado de rebelde, actualmente considerado protector espiritual de Tokyo.
La tumba está en plena ciudad, rodeada de edificios enormes. Este tipo de cosas me enamoraron mucho de Japón, cómo respetan y conservan su pasado. También nos sorprendió como, un taxista, paró justo delante de las escaleras de entrada a la tumba, nos saludó, rezó a la tumba y se fue. Nadie te impone sus creencias ni su religión, pero impresiona mucho ver como, hoy en día, creen ciegamente en este tipo de cosas y como respetan los antepasados.
El Palacio Imperial abría a las 9 am (hace un par de años solo habría ciertos días en diciembre, pero desde entonces está abierto prácticamente todos los días del año). Nosotros llegamos antes de la hora y nos pusimos a esperar en las verjas de la entrada... Y menos mal, porque qué risa. Se acercó un guarda a la verja, puso un reloj digital encima y se quedó mirándolo. Cuando faltaban 5 segundos para las 9:00 en punto, empezó a hacer la cuenta atrás con los dedos. Se fue todo el miedo que puede dar un guarda de Palacio, la verdad.
Hacen un pequeño control de seguridad y... ¡Para adentro!
Decir que el Palacio, las partes que se pueden visitar, son muchas y muy grandes, podéis pasaros perfectamente toda la mañana ahí dentro, como fue nuestro caso. Hay un mirador donde puedes ver el skyline precioso de Tokyo, torretas, el típico jardín japonés, plantas de todos lados (había olivos españoles) ... La entrada es gratuita, así que os recomiendo bastante ir.
Después de pasar toda la mañana ahí, pusimos rumbo a Ikebukuro.
Maaaaaadre mía, para la que sea fujoshi ese sitio es un paraíso. Muchas fangirls de todo, las tiendas enfocadas la gran mayoría para chicas, colas para cafeterías donde te atienden hombres, la plaza lleeeena de chicas con sus bolsas tuneadas con sus personajes de manga/anime favoritos.
Obviamente, hay cosas para todos los gustos, es una zona muy recomendable si te gusta todo el mundillo "otaku". Personalmente, me gustó mucho más que Akihabara, y había un ambiente muy bueno por la calle, eso sí, todo llenito de gente. Había un par de tiendas donde tenían merchan de la saga Tales of, cosa que todavía no había visto por ningún sitio, había cines, tiendas más generales, zona de comer... Y el Sunshine City con un Pokemon Center dentro.
El centro comercial es... Enorme, de verdad. No os puedo decir ni cómo están organizadas las plantas porque hasta la gente que vive ahí iba preguntando a los trabajadores con el mapa en la mano dónde estaban las cosas. Pasamos horas y horas y horas ahí dentro, ya que es imposible aburrirse porque hay de todo, hasta atracciones de One Piece y otras series que no conocía. Eso sí, a la hora de querer irnos... Ay, madre mía, no sabíamos por donde hacerlo, no encontrábamos ni la puerta por la que habíamos entrado ni dónde podía estar la de salida.
Después de tooooooda la pateada, que no fue poca, decidimos ir en busca de una tumba que mi novio había leído que estaba "no muy lejos" de esa zona. La tumba que buscábamos era la de la mujer sin rostro, muy típica de las fábulas japonesas.
He de decir que nos alejamos muchísimo de calles principales, de zonas turísticas... Porque era un barrio de lo más normal, donde todo el mundo nos miraba con cara raruna.
Estuvo bien alejarse del bullicio típico japonés y ver el típico instituto, la típica tienda de maderita, parques (digo típicas porque es lo que se ve en los animes, normalmente).
El GPS nos llevó hasta donde supuestamente estaba la tumba... Pero vaya, que eso era un cementerio con todas las letras, donde había una casita donde podías pedir información, precios etc. para enterrar a tu ser querido.
Cómo no, entramos (si ya me seguisteis en el viaje anterior, lo de entrar en este tipo de cosas se esta haciendo costumbre) y era tal cual una película de terror japonesa. Todo muy tradicional, muy bien cuidado... Y era enorme, ya que continuaba hasta unirse con un templo, en el cual entramos y vimos un monje y nos quedamos muy bien sin saber qué hacer porque no teníamos ni idea de si podíamos entrar o no. La tumba no sé si la vimos porque no había nada que lo indicara.
Cuando íbamos rumbo a la estación para volver al hotel, vimos una calle principal con tenderetes con comida y cosas de segunda mando. Una calle que no tenía fin, porque anduvimos mucho rato mirando los puestos y viendo comida rara y nunca se acababa, así que decidimos atajar por callejuelas para ir, esta vez sí, rumbo al hotel.
Ay, qué bonita es Japón.
Nos pusimos en marcha temprano como siempre y fuimos caminando hasta el Palacio Imperial, pasando por primera vez cerca de la estación de Tokyo. Antes de ir al Palacio, hicimos una parada en la tumba de Taira no Masakado, en su época tachado de rebelde, actualmente considerado protector espiritual de Tokyo.
La tumba está en plena ciudad, rodeada de edificios enormes. Este tipo de cosas me enamoraron mucho de Japón, cómo respetan y conservan su pasado. También nos sorprendió como, un taxista, paró justo delante de las escaleras de entrada a la tumba, nos saludó, rezó a la tumba y se fue. Nadie te impone sus creencias ni su religión, pero impresiona mucho ver como, hoy en día, creen ciegamente en este tipo de cosas y como respetan los antepasados.
El Palacio Imperial abría a las 9 am (hace un par de años solo habría ciertos días en diciembre, pero desde entonces está abierto prácticamente todos los días del año). Nosotros llegamos antes de la hora y nos pusimos a esperar en las verjas de la entrada... Y menos mal, porque qué risa. Se acercó un guarda a la verja, puso un reloj digital encima y se quedó mirándolo. Cuando faltaban 5 segundos para las 9:00 en punto, empezó a hacer la cuenta atrás con los dedos. Se fue todo el miedo que puede dar un guarda de Palacio, la verdad.
Hacen un pequeño control de seguridad y... ¡Para adentro!
Decir que el Palacio, las partes que se pueden visitar, son muchas y muy grandes, podéis pasaros perfectamente toda la mañana ahí dentro, como fue nuestro caso. Hay un mirador donde puedes ver el skyline precioso de Tokyo, torretas, el típico jardín japonés, plantas de todos lados (había olivos españoles) ... La entrada es gratuita, así que os recomiendo bastante ir.
Después de pasar toda la mañana ahí, pusimos rumbo a Ikebukuro.
Maaaaaadre mía, para la que sea fujoshi ese sitio es un paraíso. Muchas fangirls de todo, las tiendas enfocadas la gran mayoría para chicas, colas para cafeterías donde te atienden hombres, la plaza lleeeena de chicas con sus bolsas tuneadas con sus personajes de manga/anime favoritos.
Obviamente, hay cosas para todos los gustos, es una zona muy recomendable si te gusta todo el mundillo "otaku". Personalmente, me gustó mucho más que Akihabara, y había un ambiente muy bueno por la calle, eso sí, todo llenito de gente. Había un par de tiendas donde tenían merchan de la saga Tales of, cosa que todavía no había visto por ningún sitio, había cines, tiendas más generales, zona de comer... Y el Sunshine City con un Pokemon Center dentro.
La película de Sangatsu no Lion asdfjalkfdjkalf |
Después de tooooooda la pateada, que no fue poca, decidimos ir en busca de una tumba que mi novio había leído que estaba "no muy lejos" de esa zona. La tumba que buscábamos era la de la mujer sin rostro, muy típica de las fábulas japonesas.
He de decir que nos alejamos muchísimo de calles principales, de zonas turísticas... Porque era un barrio de lo más normal, donde todo el mundo nos miraba con cara raruna.
Estuvo bien alejarse del bullicio típico japonés y ver el típico instituto, la típica tienda de maderita, parques (digo típicas porque es lo que se ve en los animes, normalmente).
El GPS nos llevó hasta donde supuestamente estaba la tumba... Pero vaya, que eso era un cementerio con todas las letras, donde había una casita donde podías pedir información, precios etc. para enterrar a tu ser querido.
Cómo no, entramos (si ya me seguisteis en el viaje anterior, lo de entrar en este tipo de cosas se esta haciendo costumbre) y era tal cual una película de terror japonesa. Todo muy tradicional, muy bien cuidado... Y era enorme, ya que continuaba hasta unirse con un templo, en el cual entramos y vimos un monje y nos quedamos muy bien sin saber qué hacer porque no teníamos ni idea de si podíamos entrar o no. La tumba no sé si la vimos porque no había nada que lo indicara.
Cuando íbamos rumbo a la estación para volver al hotel, vimos una calle principal con tenderetes con comida y cosas de segunda mando. Una calle que no tenía fin, porque anduvimos mucho rato mirando los puestos y viendo comida rara y nunca se acababa, así que decidimos atajar por callejuelas para ir, esta vez sí, rumbo al hotel.
Ay, qué bonita es Japón.
Pensamientos de:
Irene
15/6/17
Japón - Tokyo día 3
¡Tercer amanecer en Tokyo con mucha ilusión!
Ducha, desayuno... ¡Y rumbo a Mitaka para ir al Museo Ghibli!
Tardamos nada y menos en llegar a la estación de Mitaka, y nada más ubicarnos ya vimos el Bus Ghibli que te lleva directamente hasta el museo... Pero obviamente, no lo cogimos. Y... Sinceramente, no recomiendo cogerlo, Mitaka es preciosa. Además, íbamos con mucho tiempo de antelación, ya que el museo abría a las 10am, así que nos dedicamos a pasearla tranquilamente y a aprovechar un poquito todavía el fresquito mañanero... Que en Japón dura muy poco.
Cuando lleguéis, veréis que hay una entrada donde hay un muñeco de Totoro como taquillero. Pues bien, esa no es la entrada principal. Como llegamos muy pronto seguimos andando y vimos que había cola en otra entrada secundaria. Nosotros no teníamos hora de entrada, así que nos pusimos a hacer cola bajo el solaco que hacía.
Las entradas las compré en la web http://www.japanspecialist.co.uk/ghibli-museum/ticket-only/
¿Qué hay JTB española? Sí. Peeeeeeeero un truquito, sale mucho más barato desde la web de Reino Unido.
España: 15 euros por persona + gastos de envío 15 euros. (Ventajas de vivir en una isla (?))
UK: al cambio, 13'64 euros por persona + 2'27 de gastos de envío.
Por eso, al organizar el viaje, mirad siempre mil opciones, porque os podéis ahorrar mucho dinero en todo.
Una vez os revisen las entradas y vean el pasaporte de titular de grupo de entradas, pasaréis a hacer cola, y veréis un mini show que hacen los trabajadores para anunciar que está apunto de abrirse el Museo.
Una vez dentro os recordarán que no se pueden hacer fotos dentro, os dan un mini mapita, la entrada (una diapositiva random de una de las pelis de Ghibli) y... ¡A disfrutar!
Nada más entrar, os dirán de ir a ver un corto exclusivo en el cine de ahí. La experiencia fue muy chula a pesar de que el corto estuviera relacionado con Totoro. Porque, sí amigos, detesto la película de Totoro, son de esas películas que no entiendo porqué son tan aclamadas y reconocidas, pero bueno.
Cuanto más avanzábamos por el museo, más me decepcionaba. Está muy bien ambientado, las vidrieras son preciosas, ves el currazo que lleva hacer películas... Pero no hay nada que represente la cantidad de películas que tiene el estudio. Hay cosas chulas de hacer y ver, pero en general... Decepción. Y la tienda de souvenirs no se queda corta, para encontrar algo que no sea Totoro o el gato de Kiki, tela.
Por la parte exterior del museo sí se pueden hacer fotos, así que cómo no, nos hicimos una con el robot gigante de Laputa (algo que no es Totoro, wiii ~)
Al salir del museo dimos una vuelta y llegamos a unos tenderetes con cosas para niños, comida, mercadillo... Había muy buen ambiente. Se celebraba el centenario de algo que estaba anunciado por todo Mitaka pero que, en kanjis, imposible enterarse de qué se trataba.
Tras descansar un poco, fuimos con tren hasta Harajuku... Maaaadre mía cuáaanta genteeeeee. Y cuántas tiendas guays, qué calles más chulas, qué ambientazo y... ¿He dicho ya que había muchísima gente?
Voy a intentar resumir un poco esta parte ya que fue de caminar mucho y de ver y entrar a muchos sitios. El recorrido que hicimos fue Harajuku, Shinjuku y Shibuya. Destacaré lo más típico que es el Parque Yoyogi, ¡dónde pudimos ver una boda sintoista! El cruce de Shibuya y la estatua de Hachiko, que tenía dos gatetes más monos ~
Estas tres zonas para los fans de J-pop, alternativo etc serán el paraíso. Tiendas y tiendas sobre esta temática, buses pasando con publicidad y música... Es un ambiente totalmente diferente a otras zonas de Tokyo que podáis ir.
Este día ya las piernas nos decían "onegai dejadnos morir" de todo lo que habíamos andado...
PD: ¡Totoro está por todo, no solo en Ghibli, da igual donde vayas hay cosas de Totoro, música de Totoro... Por un Japón libre de Totoros! (?)
Ducha, desayuno... ¡Y rumbo a Mitaka para ir al Museo Ghibli!
Tardamos nada y menos en llegar a la estación de Mitaka, y nada más ubicarnos ya vimos el Bus Ghibli que te lleva directamente hasta el museo... Pero obviamente, no lo cogimos. Y... Sinceramente, no recomiendo cogerlo, Mitaka es preciosa. Además, íbamos con mucho tiempo de antelación, ya que el museo abría a las 10am, así que nos dedicamos a pasearla tranquilamente y a aprovechar un poquito todavía el fresquito mañanero... Que en Japón dura muy poco.
Cuando lleguéis, veréis que hay una entrada donde hay un muñeco de Totoro como taquillero. Pues bien, esa no es la entrada principal. Como llegamos muy pronto seguimos andando y vimos que había cola en otra entrada secundaria. Nosotros no teníamos hora de entrada, así que nos pusimos a hacer cola bajo el solaco que hacía.
Las entradas las compré en la web http://www.japanspecialist.co.uk/ghibli-museum/ticket-only/
¿Qué hay JTB española? Sí. Peeeeeeeero un truquito, sale mucho más barato desde la web de Reino Unido.
España: 15 euros por persona + gastos de envío 15 euros. (Ventajas de vivir en una isla (?))
UK: al cambio, 13'64 euros por persona + 2'27 de gastos de envío.
Por eso, al organizar el viaje, mirad siempre mil opciones, porque os podéis ahorrar mucho dinero en todo.
Una vez os revisen las entradas y vean el pasaporte de titular de grupo de entradas, pasaréis a hacer cola, y veréis un mini show que hacen los trabajadores para anunciar que está apunto de abrirse el Museo.
Una vez dentro os recordarán que no se pueden hacer fotos dentro, os dan un mini mapita, la entrada (una diapositiva random de una de las pelis de Ghibli) y... ¡A disfrutar!
Nada más entrar, os dirán de ir a ver un corto exclusivo en el cine de ahí. La experiencia fue muy chula a pesar de que el corto estuviera relacionado con Totoro. Porque, sí amigos, detesto la película de Totoro, son de esas películas que no entiendo porqué son tan aclamadas y reconocidas, pero bueno.
Cuanto más avanzábamos por el museo, más me decepcionaba. Está muy bien ambientado, las vidrieras son preciosas, ves el currazo que lleva hacer películas... Pero no hay nada que represente la cantidad de películas que tiene el estudio. Hay cosas chulas de hacer y ver, pero en general... Decepción. Y la tienda de souvenirs no se queda corta, para encontrar algo que no sea Totoro o el gato de Kiki, tela.
Por la parte exterior del museo sí se pueden hacer fotos, así que cómo no, nos hicimos una con el robot gigante de Laputa (algo que no es Totoro, wiii ~)
Al salir del museo dimos una vuelta y llegamos a unos tenderetes con cosas para niños, comida, mercadillo... Había muy buen ambiente. Se celebraba el centenario de algo que estaba anunciado por todo Mitaka pero que, en kanjis, imposible enterarse de qué se trataba.
Tras descansar un poco, fuimos con tren hasta Harajuku... Maaaadre mía cuáaanta genteeeeee. Y cuántas tiendas guays, qué calles más chulas, qué ambientazo y... ¿He dicho ya que había muchísima gente?
Voy a intentar resumir un poco esta parte ya que fue de caminar mucho y de ver y entrar a muchos sitios. El recorrido que hicimos fue Harajuku, Shinjuku y Shibuya. Destacaré lo más típico que es el Parque Yoyogi, ¡dónde pudimos ver una boda sintoista! El cruce de Shibuya y la estatua de Hachiko, que tenía dos gatetes más monos ~
Estas tres zonas para los fans de J-pop, alternativo etc serán el paraíso. Tiendas y tiendas sobre esta temática, buses pasando con publicidad y música... Es un ambiente totalmente diferente a otras zonas de Tokyo que podáis ir.
Este día ya las piernas nos decían "onegai dejadnos morir" de todo lo que habíamos andado...
PD: ¡Totoro está por todo, no solo en Ghibli, da igual donde vayas hay cosas de Totoro, música de Totoro... Por un Japón libre de Totoros! (?)
8/6/17
Japón - Tokyo día 2
Japón es el país del sol naciente y ES VERDAD.
A las 5 am entraba un sol por la ventana de nuestra habitación digno de las 11 am hora española.
Nuestro viaje coincidía con la Golden Week, pero la verdad es que no nos afectó en nada durante el viaje y no notamos que hubiera grandes cantidades de gente (quitando algún punto concreto pero que ya de por sí es muy turístico).
Desde el hotel fuimos andando hasta el parque Ueno, pasando de nuevo por Akihabara, la cual - obviamente - tenía todas las tiendas cerradas. Os recomiendo, si podéis, pasar por algunas zonas de día y volver a pasar de noche; es sorprendente cómo puede cambiar un lugar.
En unos 30 minutos llegamos al parque Ueno, vimos que no era el típico parque de columpios, toboganes, etc. si no un lugar con un gran valor histórico, pues podéis conocer un poco más sobre la historia de Japón leyendo las historias y viendo las tumbas. (Dato curioso: da igual la tumba/templo que veáis, todas tienen flores recientes o comida y están muy bien cuidadas.)
Voy a hacer un inciso para contar una anécdota con los baños... En el parque (y en general por todos lados por tanta máquina expendedora) hay baños públicos. Yo no sabía, todavía, que en este tipo de baños había de dos tipos para elegir... Ojalá alguien me hubiera grabado al abrir la puerta y ver que tenía que hacer pipí en un baño tipo oriental de estos. Al día siguiente descubriría que además, lo usé mal, pues yo miraba hacia la "cisterna" y hay que miccionar mirando hacia el otro lado. Pero bueno, prosigamos, que podría hablar solo de los váteres de ahí...
En el parque está el templo de Shimizu Kannondo, en el cual venden bastantes amuletos, collares, etc. Cerca del templo hay lo que yo denominé "el mini fushimi inari" ya que consiste en unas escaleras que bajan con muchos toris alrededor. Si seguís el camino, veréis una especie de lago enorme y, no sé si fue casualidad o si están siempre, unos tenderetes con comida rarísima. Yo soy bastante tiquismiquis con la comida, pero mi novio si se atrevió a probar unos pulpitos que los cocinan cocidos en una salsa. Pero bueno, que casi casi te los dan crudos.
Pasando los tenderetes de comida había más templos y me sorprendía muchísimo ver siempre gente rezando. Ya el día anterior con el templo de Nihombashi me maravilló como siempre había gente rezando fuera la hora que fuera.
Después de patearnos y repatearnos esa zona pusimos rumbo a Asakusa, que está muy cerquita del parque Ueno.
En Asakusa sí que había gente, maaaaaaaadre mía. Era el primer lugar al que íbamos que estaba tan concurrido. Probamos suerte, hicimos muchas fotos, vimos carpas, esquivamos gente, vimos los alrededores del templo de Asakusa... Me gustó mucho esa zona, además había como un mercado cubierto y se agradecía ver tiendecitas que no eran 100% de souvenirs. Pero que si no vais, no os preocupéis, porque da igual hacia donde andéis, hay tiendas de todo, para todos los gustos. Os podéis pasar hooooras y horas caminando sin parar de ver tiendas.
Ya cuando el hambre apretaba fuimos a comer sushi. Me gusta mucho el tema de que te sientas, te traen agua o té, en algunos sitios incluso toallas para limpiarte las manos... Sobre todo si es un sitio donde posiblemente comas con las manos.
Sinceramente, no echo de menos el sushi true japanese, imagino que por falta de costumbre en comer según que pescados crudos (como el calamar, no quiero comer nunca más niguiri de calamar). Todos los tipos de makis o sushi rolls que existen en España, en Japón ni por asomo los vas a encontrar. Ahí el sushi es niguiri, maki de pepino y sashimi. La calidad del pescado es muy buena, el arroz es diferente, el wasabi está buenísimo... Pero prefiero el sushi "falso" español.
Ya con el estómago lleno, pusimos rumbo a Tokyo Skytree. El camino con todo el sol y el calor se hizo un poco largo, pero es de agradecer que todos los días que estuvimos en Japón hizo muy buen tiempo siempre y una temperatura elevada pero soportable.
Una vez llegamos, decidimos no subir... Para lo que era y el precio que tenía no nos merecía mucho la pena (básicamente subes para ver las vistas, pero más adelante vimos vistas mejores de Tokyo).
Aprovechamos para entrar en el centro comercial del Skytree y dar una vuelta por los alrededores.
Al salir de ahí, cogimos tren hasta Ginza, que es el barrio "pijo y caro". Muchos edificios altos, miles de tiendas, marcas caras, conocidas... Mucha gente y mucho turista.
Si me seguísteis en mi anterior viaje, sabéis que colecciono charms de pandora de cada país al que voy - que por ahora no son muchos - y fui en busca de una tienda Pandora donde me compré el charm más bonito que puede existir en el mundo. Misión cumplida.
Desde Ginza decidimos volver andando hasta el hotel. Con todo lo que hicimos os podéis imaginar que no sentíamos las piernas.
A medio camino, y ya por segunda vez, vimos los Karts de Mario. Si pasáis por Akihabara o zonas de alrededor, seguro que los veis, porque no fue la última vez que los vimos.
Y hasta aquí llega el segundo día... ¡Nos vemos el próximo día, que vamos al museo Ghibli!
A las 5 am entraba un sol por la ventana de nuestra habitación digno de las 11 am hora española.
Nuestro viaje coincidía con la Golden Week, pero la verdad es que no nos afectó en nada durante el viaje y no notamos que hubiera grandes cantidades de gente (quitando algún punto concreto pero que ya de por sí es muy turístico).
Desde el hotel fuimos andando hasta el parque Ueno, pasando de nuevo por Akihabara, la cual - obviamente - tenía todas las tiendas cerradas. Os recomiendo, si podéis, pasar por algunas zonas de día y volver a pasar de noche; es sorprendente cómo puede cambiar un lugar.
En unos 30 minutos llegamos al parque Ueno, vimos que no era el típico parque de columpios, toboganes, etc. si no un lugar con un gran valor histórico, pues podéis conocer un poco más sobre la historia de Japón leyendo las historias y viendo las tumbas. (Dato curioso: da igual la tumba/templo que veáis, todas tienen flores recientes o comida y están muy bien cuidadas.)
Voy a hacer un inciso para contar una anécdota con los baños... En el parque (y en general por todos lados por tanta máquina expendedora) hay baños públicos. Yo no sabía, todavía, que en este tipo de baños había de dos tipos para elegir... Ojalá alguien me hubiera grabado al abrir la puerta y ver que tenía que hacer pipí en un baño tipo oriental de estos. Al día siguiente descubriría que además, lo usé mal, pues yo miraba hacia la "cisterna" y hay que miccionar mirando hacia el otro lado. Pero bueno, prosigamos, que podría hablar solo de los váteres de ahí...
En el parque está el templo de Shimizu Kannondo, en el cual venden bastantes amuletos, collares, etc. Cerca del templo hay lo que yo denominé "el mini fushimi inari" ya que consiste en unas escaleras que bajan con muchos toris alrededor. Si seguís el camino, veréis una especie de lago enorme y, no sé si fue casualidad o si están siempre, unos tenderetes con comida rarísima. Yo soy bastante tiquismiquis con la comida, pero mi novio si se atrevió a probar unos pulpitos que los cocinan cocidos en una salsa. Pero bueno, que casi casi te los dan crudos.
Pasando los tenderetes de comida había más templos y me sorprendía muchísimo ver siempre gente rezando. Ya el día anterior con el templo de Nihombashi me maravilló como siempre había gente rezando fuera la hora que fuera.
Después de patearnos y repatearnos esa zona pusimos rumbo a Asakusa, que está muy cerquita del parque Ueno.
En Asakusa sí que había gente, maaaaaaaadre mía. Era el primer lugar al que íbamos que estaba tan concurrido. Probamos suerte, hicimos muchas fotos, vimos carpas, esquivamos gente, vimos los alrededores del templo de Asakusa... Me gustó mucho esa zona, además había como un mercado cubierto y se agradecía ver tiendecitas que no eran 100% de souvenirs. Pero que si no vais, no os preocupéis, porque da igual hacia donde andéis, hay tiendas de todo, para todos los gustos. Os podéis pasar hooooras y horas caminando sin parar de ver tiendas.
Ya cuando el hambre apretaba fuimos a comer sushi. Me gusta mucho el tema de que te sientas, te traen agua o té, en algunos sitios incluso toallas para limpiarte las manos... Sobre todo si es un sitio donde posiblemente comas con las manos.
Sinceramente, no echo de menos el sushi true japanese, imagino que por falta de costumbre en comer según que pescados crudos (como el calamar, no quiero comer nunca más niguiri de calamar). Todos los tipos de makis o sushi rolls que existen en España, en Japón ni por asomo los vas a encontrar. Ahí el sushi es niguiri, maki de pepino y sashimi. La calidad del pescado es muy buena, el arroz es diferente, el wasabi está buenísimo... Pero prefiero el sushi "falso" español.
Ya con el estómago lleno, pusimos rumbo a Tokyo Skytree. El camino con todo el sol y el calor se hizo un poco largo, pero es de agradecer que todos los días que estuvimos en Japón hizo muy buen tiempo siempre y una temperatura elevada pero soportable.
Una vez llegamos, decidimos no subir... Para lo que era y el precio que tenía no nos merecía mucho la pena (básicamente subes para ver las vistas, pero más adelante vimos vistas mejores de Tokyo).
Aprovechamos para entrar en el centro comercial del Skytree y dar una vuelta por los alrededores.
Al salir de ahí, cogimos tren hasta Ginza, que es el barrio "pijo y caro". Muchos edificios altos, miles de tiendas, marcas caras, conocidas... Mucha gente y mucho turista.
Si me seguísteis en mi anterior viaje, sabéis que colecciono charms de pandora de cada país al que voy - que por ahora no son muchos - y fui en busca de una tienda Pandora donde me compré el charm más bonito que puede existir en el mundo. Misión cumplida.
Desde Ginza decidimos volver andando hasta el hotel. Con todo lo que hicimos os podéis imaginar que no sentíamos las piernas.
A medio camino, y ya por segunda vez, vimos los Karts de Mario. Si pasáis por Akihabara o zonas de alrededor, seguro que los veis, porque no fue la última vez que los vimos.
Y hasta aquí llega el segundo día... ¡Nos vemos el próximo día, que vamos al museo Ghibli!
6/6/17
Japón - Tokyo día 1
¡Mi primer viaje fuera de Europa! ¡Y A JAPÓN! Que se puede decir más alto pero no más claro.
Me va a costar mucho estructurar este viaje, ya que fuimos a muchos sitios, vimos muchísimas cosas, pero no de todo hay foto (hay que guardar cosas en la retina siempre que se viaja para disfrutar más).
Así que voy a intentar resumir los días sin dejarme ningún detalle importante... ¡Empezamos!
La ida fue genial. Nosotros salíamos de Mallorca hacia Frankfurt y de Frankfurt a Tokyo (Narita).
Era la primera vez que hacía un viaje tan largo, pero hay que decir que los aviones de Japan Airliness son la mar de espaciosos, el personal muy amable y la comida... Nunca había comido en una avión, pero era true japanese y muy bueno la verdad.
Al llegar y después de pasar los controles rutinarios, cogimos el Narita Express (N'ex) para llegar a la parada de Nihombashi, que era la zona donde teníamos el hotel. Ya solo con los controles y comprar los billetes vimos que el tema inglés... Regulín. Lo hablan con sus sonidos como pueden. Pero bueno, siempre están dispuestos a ayudar os entiendan o no.
En la parada de Nihombashi, antes de salir, compramos la tarjeta Suica, ya que nosotros no cogimos JRpass. Hice mil cálculos de cuánto gastaríamos etc. y una JRpass no nos salía a cuenta. Bendita sea la web de Hiperdia para organizar el viaje. No nos perdimos ni una vez en todo el viaje en una estación.
Una vez hecho el check-in en el hotel de Tokyo, probamos nuestro WiFi Pocket que llegó sano y salvo al hotel. Vaya maravilla de invento, nos funcionó perfectamente todo el viaje y flipamos con la batería, nunca se acabó. Os dejo la web por si os interesa https://www.japan-rail-pass.es/services/pocket-wifi
Ah, y por supuesto, probamos el váter. ¡Ahí todos los váteres tienen chorros! Sean públicos, de restaurantes... Pero no fue con lo único de tema váter que flipé.. Bueno, ya os contaré eso en la siguiente entrada. Pero lo que decía, se puede regular la presión, la dirección, la temperatura... Japón, has conquistado nuestros kokoros con vuestros váteres.
Ya una vez listos, salimos del hotel rumbo a Ginza... Pero aaay amigos, mi sentido de la orientación es nulo y acabamos en Akihabara. Ambas zonas estaban a 20 min andando de nuestro hotel, pero una al norte y otra al sur. ¡Pero no pasa nada! Akihabara era visita obligada, por supuesto.
Como íbamos a casi todo andando porque el hotel estaba muy bien ubicado, descubrimos un pequeño templo al lado de nuestro hotel que era precioso.
La verdad es que era una pasada ver a las meido repartir publicidad con esas voces de personaje shojo, todo lleno de luces, de millones de tiendas minúsculas y estrechas, tiendas en las partes más altas de los edificios... Y muchas máquinas de gancho, de bolas (gachapon), recreativas en general.
Aprovechamos ya que estábamos por ahí de ir a cenar. Fuimos a una tienda de estas que pagas en una máquina y te da un ticket con lo que has pedido que posteriormente has de dar a la cocinera/camarera. Pues bien, no funcionaba, pero no lo supimos hasta que después de rato de sentirnos tontos un chico nos dijo que no funcionaba. Entonces la cocinera salió, nos hizo señalar lo que queríamos comer y al rato nos lo sirvió en la "mesa" (en principio es autoservicio, pero como somos gaijin pues fue muy amable en hacernos el favor). He de puntualizar que todo el rato nos hablaba en japonés y bueno, que nos sentimos un poco impotentes por no podernos comunicar, pero con señas todos nos entendemos.
Más tarde en Akihabara probé también mis primeros takoyakis. Ay, no hace ni un mes que volví de Japón pero los echo mucho de menos.
Y bueno, después de recorrernos la zona ya era tarde - también hay que tener en cuenta que no dormimos nada la noche anterior ya que estábamos en el avión - y fuimos al hotel a descansar y coger fuerzas para el día siguiente.
Me va a costar mucho estructurar este viaje, ya que fuimos a muchos sitios, vimos muchísimas cosas, pero no de todo hay foto (hay que guardar cosas en la retina siempre que se viaja para disfrutar más).
Así que voy a intentar resumir los días sin dejarme ningún detalle importante... ¡Empezamos!
La ida fue genial. Nosotros salíamos de Mallorca hacia Frankfurt y de Frankfurt a Tokyo (Narita).
Era la primera vez que hacía un viaje tan largo, pero hay que decir que los aviones de Japan Airliness son la mar de espaciosos, el personal muy amable y la comida... Nunca había comido en una avión, pero era true japanese y muy bueno la verdad.
Al llegar y después de pasar los controles rutinarios, cogimos el Narita Express (N'ex) para llegar a la parada de Nihombashi, que era la zona donde teníamos el hotel. Ya solo con los controles y comprar los billetes vimos que el tema inglés... Regulín. Lo hablan con sus sonidos como pueden. Pero bueno, siempre están dispuestos a ayudar os entiendan o no.
En la parada de Nihombashi, antes de salir, compramos la tarjeta Suica, ya que nosotros no cogimos JRpass. Hice mil cálculos de cuánto gastaríamos etc. y una JRpass no nos salía a cuenta. Bendita sea la web de Hiperdia para organizar el viaje. No nos perdimos ni una vez en todo el viaje en una estación.
Una vez hecho el check-in en el hotel de Tokyo, probamos nuestro WiFi Pocket que llegó sano y salvo al hotel. Vaya maravilla de invento, nos funcionó perfectamente todo el viaje y flipamos con la batería, nunca se acabó. Os dejo la web por si os interesa https://www.japan-rail-pass.es/services/pocket-wifi
Ah, y por supuesto, probamos el váter. ¡Ahí todos los váteres tienen chorros! Sean públicos, de restaurantes... Pero no fue con lo único de tema váter que flipé.. Bueno, ya os contaré eso en la siguiente entrada. Pero lo que decía, se puede regular la presión, la dirección, la temperatura... Japón, has conquistado nuestros kokoros con vuestros váteres.
Ya una vez listos, salimos del hotel rumbo a Ginza... Pero aaay amigos, mi sentido de la orientación es nulo y acabamos en Akihabara. Ambas zonas estaban a 20 min andando de nuestro hotel, pero una al norte y otra al sur. ¡Pero no pasa nada! Akihabara era visita obligada, por supuesto.
Como íbamos a casi todo andando porque el hotel estaba muy bien ubicado, descubrimos un pequeño templo al lado de nuestro hotel que era precioso.
Fukutoku Shrine - Tokyo |
La verdad es que era una pasada ver a las meido repartir publicidad con esas voces de personaje shojo, todo lleno de luces, de millones de tiendas minúsculas y estrechas, tiendas en las partes más altas de los edificios... Y muchas máquinas de gancho, de bolas (gachapon), recreativas en general.
Aprovechamos ya que estábamos por ahí de ir a cenar. Fuimos a una tienda de estas que pagas en una máquina y te da un ticket con lo que has pedido que posteriormente has de dar a la cocinera/camarera. Pues bien, no funcionaba, pero no lo supimos hasta que después de rato de sentirnos tontos un chico nos dijo que no funcionaba. Entonces la cocinera salió, nos hizo señalar lo que queríamos comer y al rato nos lo sirvió en la "mesa" (en principio es autoservicio, pero como somos gaijin pues fue muy amable en hacernos el favor). He de puntualizar que todo el rato nos hablaba en japonés y bueno, que nos sentimos un poco impotentes por no podernos comunicar, pero con señas todos nos entendemos.
Más tarde en Akihabara probé también mis primeros takoyakis. Ay, no hace ni un mes que volví de Japón pero los echo mucho de menos.
Y bueno, después de recorrernos la zona ya era tarde - también hay que tener en cuenta que no dormimos nada la noche anterior ya que estábamos en el avión - y fuimos al hotel a descansar y coger fuerzas para el día siguiente.
20/3/17
Peter Pan
Encantado, soy Peter Pan.
Vengo a robarte el tiempo, a contarte un cuento.
Dice: alguien, hace ya mucho, dijo que el espejo le señalaba. Que su reflejo le indicaba las partes más bonitas de su ser destacando las incorrectas.
A veces, el reflejo se equivocaba y señalaba a terceros. Qué cruel.
Fue así como empezamos a querer gustar a los demás, a compararnos, a no ser quien somos y querer ser el resto. A poner a los demás por delante de nosotros mismos.
Dicen de mi que soy un síndrome ¿te lo puedes creer? Me señalan, me acusan. Pero mi reflejo me señala siempre a mi y es a mi a quién quiero gustar.
Señálate, el resto no son más que espejismos. Te lo digo yo, que creé ese cuento.
Te lo digo yo, que soy un niño, y soy sincero.
Vengo a robarte el tiempo, a contarte un cuento.
Dice: alguien, hace ya mucho, dijo que el espejo le señalaba. Que su reflejo le indicaba las partes más bonitas de su ser destacando las incorrectas.
A veces, el reflejo se equivocaba y señalaba a terceros. Qué cruel.
Fue así como empezamos a querer gustar a los demás, a compararnos, a no ser quien somos y querer ser el resto. A poner a los demás por delante de nosotros mismos.
Dicen de mi que soy un síndrome ¿te lo puedes creer? Me señalan, me acusan. Pero mi reflejo me señala siempre a mi y es a mi a quién quiero gustar.
Señálate, el resto no son más que espejismos. Te lo digo yo, que creé ese cuento.
Te lo digo yo, que soy un niño, y soy sincero.
Pensamientos de:
Irene
6/3/17
Hondo.
Ella está marchita de palabras no dichas.
Parece pequeña, ay pobrecita, no sabe lo que es la vida.
No sabes lo que callo, te enveneno en cada risa. En miradas mis esclavo. Arded, ay, pequeños vosotros que morís por mi desdicha.
Que me callo ya no ladro, he aprendido a obedecer.
Falseo, no muestro los deseos.
Y callo, callo, callo, y crezco por dentro.
Dentro de mi las palabras han echado raíces, dentro de mi he madurado.
Dentro de mi han crecido las palabras que no he dicho.
Ay, pobrecita, mira como ríe, si ella supiera.
Parece pequeña, ay pobrecita, no sabe lo que es la vida.
No sabes lo que callo, te enveneno en cada risa. En miradas mis esclavo. Arded, ay, pequeños vosotros que morís por mi desdicha.
Que me callo ya no ladro, he aprendido a obedecer.
Falseo, no muestro los deseos.
Y callo, callo, callo, y crezco por dentro.
Dentro de mi las palabras han echado raíces, dentro de mi he madurado.
Dentro de mi han crecido las palabras que no he dicho.
Ay, pobrecita, mira como ríe, si ella supiera.
9/2/17
Marchítate, quizá.
A veces creo que tanta efusividad no es buena. Pero solo lo pienso cuando mi alrededor no tiene el feedback esperado.
Ser alegre no es malo, quizá a veces parece que vives en una burbuja, que no eres capaz de crecer. Que todo es luz.
No creo que sea malo cuando todo es oscuro, no creo que sea malo destacar por cosas buenas, pero...
Pero esa luz se vuelve pequeña cuando día tras dia intentas alegrar, mostrar entusiasmo, alegrarte por pequeñas cosas... Y ves que no es correspondido.
Quizá vivo en una burbuja, pero quizá sé como es el mundo y prefiero pintarlo con colores brillantes, sin llegar a camuflar, solo vivir la mejor parte con alegría.
Hay días en los que los recuerdos de caras apagadas me apagan a mi.
Ser alegre no es malo, quizá a veces parece que vives en una burbuja, que no eres capaz de crecer. Que todo es luz.
No creo que sea malo cuando todo es oscuro, no creo que sea malo destacar por cosas buenas, pero...
Pero esa luz se vuelve pequeña cuando día tras dia intentas alegrar, mostrar entusiasmo, alegrarte por pequeñas cosas... Y ves que no es correspondido.
Quizá vivo en una burbuja, pero quizá sé como es el mundo y prefiero pintarlo con colores brillantes, sin llegar a camuflar, solo vivir la mejor parte con alegría.
Hay días en los que los recuerdos de caras apagadas me apagan a mi.
12/1/17
Izquierda, derecha.
Los extremos nunca son buenos.
Excepto si hablamos de una barra de pan recién hecha.
Los extremos son distantes.
Menos cuando de tanto estirarse se acaban tocando.
Los extremos nunca son buenos.
Excepto cuando los extremos sujetan a los cuerdos.
Excepto si hablamos de una barra de pan recién hecha.
Los extremos son distantes.
Menos cuando de tanto estirarse se acaban tocando.
Los extremos nunca son buenos.
Excepto cuando los extremos sujetan a los cuerdos.
Pensamientos de:
Irene
9/1/17
Lienzo
El vacío lo coloreo.
Y espero, dejo huecos para que pintes.
Giro hojas, miro atrás y no hay nada nuevo.
Avanzo de espaldas, esperando.
Puede que no hayas llegado, puede que ya me hayas pasado.
No llego, no llegaré.
Y espero, dejo huecos para que pintes.
Giro hojas, miro atrás y no hay nada nuevo.
Avanzo de espaldas, esperando.
Puede que no hayas llegado, puede que ya me hayas pasado.
No llego, no llegaré.
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